Cultivos
Julián Rodríguez
Mondadori, 2008.
|158 p.|15,90 euros|ISBN:9788439721284|
Algunos lectores expresan una irritación profunda con esos libros actuales centrados casi por entero en el yo más inmediato y tangible de quien escribe. Otros se apresuran a explicar que esa es la única literatura posible en estos comienzos del siglo XXI.
La verdad es que una y otra opinión resultan tan simples, tan planas, tan sectarias.
Perdonen la obviedad: en un libro lo que importa es el libro mismo.
Por eso me apetece hablar de un gran volumen recientemente publicado.
Quizás para algunos sea importante definir este texto de Julián Rodríguez; apuntar al menos una pista de la intención a la que apunta su escritura. Pero ya sabemos que estos años vienen consolidando la aparición de piezas narrativas que se deleitan en la imprecisión genérica, en el desarrollo de esas “prosas apátridas” que desarrolló con brillantez Julio Ramón Ribeyro: diario, ensayo, crónica, autobiografía trabajada con recursos ficcionales; y piezas ficcionales trabajadas con recursos autobiográficos.
En libros como éste la frontera ficción/realidad se resquebraja en un delicioso sonido de huesos rotos. Un yo de papel cuenta la aventura creativa de un personaje que suponemos se llama Julián Rodríguez, que repite, interpreta la vida Julián Rodríguez (sus referencias geográficas, sus libros publicados). Pero más allá de ese detalle que podría diluirse en una acotación curiosa, lo que me seduce de esta pieza narrativa es su inteligente construcción, su inteligencia, su exacta proximidad con lo sentimental, su precisa evocación de un universo rural palpitante, tembloroso, vivo.
La narración logra captar mi interés desde varios focos: la evocación de un mundo que el tiempo terminará arrasando; el desarrollo de un manuscrito fracasado que paradójicamente se convierte en combustible para la escritura; la construcción de un relación de amistad que finalizará en el deterioro y la enfermedad. Varios libros encapsulados, diversos; fragmentos de antagónicas texturas que al sumarse se consolidan como un libro único, potente; dotado de singularidad una expresiva que desemboca en un fértil manejo de la precisión, de la sequedad, de las atmósferas planas y tenuemente asfixiantes. jcmg.
Julián Rodríguez
Mondadori, 2008.
|158 p.|15,90 euros|ISBN:9788439721284|
Algunos lectores expresan una irritación profunda con esos libros actuales centrados casi por entero en el yo más inmediato y tangible de quien escribe. Otros se apresuran a explicar que esa es la única literatura posible en estos comienzos del siglo XXI. La verdad es que una y otra opinión resultan tan simples, tan planas, tan sectarias.
Perdonen la obviedad: en un libro lo que importa es el libro mismo.
Por eso me apetece hablar de un gran volumen recientemente publicado.
Quizás para algunos sea importante definir este texto de Julián Rodríguez; apuntar al menos una pista de la intención a la que apunta su escritura. Pero ya sabemos que estos años vienen consolidando la aparición de piezas narrativas que se deleitan en la imprecisión genérica, en el desarrollo de esas “prosas apátridas” que desarrolló con brillantez Julio Ramón Ribeyro: diario, ensayo, crónica, autobiografía trabajada con recursos ficcionales; y piezas ficcionales trabajadas con recursos autobiográficos.
En libros como éste la frontera ficción/realidad se resquebraja en un delicioso sonido de huesos rotos. Un yo de papel cuenta la aventura creativa de un personaje que suponemos se llama Julián Rodríguez, que repite, interpreta la vida Julián Rodríguez (sus referencias geográficas, sus libros publicados). Pero más allá de ese detalle que podría diluirse en una acotación curiosa, lo que me seduce de esta pieza narrativa es su inteligente construcción, su inteligencia, su exacta proximidad con lo sentimental, su precisa evocación de un universo rural palpitante, tembloroso, vivo.
La narración logra captar mi interés desde varios focos: la evocación de un mundo que el tiempo terminará arrasando; el desarrollo de un manuscrito fracasado que paradójicamente se convierte en combustible para la escritura; la construcción de un relación de amistad que finalizará en el deterioro y la enfermedad. Varios libros encapsulados, diversos; fragmentos de antagónicas texturas que al sumarse se consolidan como un libro único, potente; dotado de singularidad una expresiva que desemboca en un fértil manejo de la precisión, de la sequedad, de las atmósferas planas y tenuemente asfixiantes. jcmg.
