CUADERNOS Y LLUVIA

Juan Carlos Méndez Guédez


1
El día de hoy ¿Qué podría anotar sobre él? La huelga de metro; el sueño al despertarme; unas chuletas de cordero bastante mediocres; la lluvia.
Tal vez la lluvia.

2
Desde ayer: la certeza de que tengo un título (¿otro más?).
Tal vez la lluvia.
Sólo faltarían cientos de páginas, y personajes y un estilo y una historia. Le doy y le doy vueltas, pensando en que los años por venir guardan el brillo de esa lluvia. Pero hoy, especulando sobre cuál es el camino al que conduce ese título no conseguí ninguna idea sólida.
Tal vez una novela de amor. Una intuición apenas. Un alguien que busca por años a otra persona hasta que descubre que el fulgor de su vivencia era la búsqueda, no el encuentro con el otro.
Otra intuición. Personajes y fragmentos que recorran ese disparate llamado Venezuela. Una historia de amistad, de encuentros y desencuentros, que irrumpa desde el año 82 hasta este momento. (¿no tengo otros planes similares?).
Una novela breve; una sucesión no cronológica de momentos importantes en la vida de dos personajes. ¿Una ampliación de La flor de la cayena?
Cómo saberlo.
Tal vez la lluvia abrigue sus propias respuestas. Mejor mirarla ahora que de nuevo regresa sobre Madrid. Pensar que ella piensa su propia historia y me la susurra.

3
Mi piel es un mapa. Regresa el calor. Mis manos: texturas, islas, penínsulas, sequedad.
La dermatitis. El mapa. Mis manos.
¿Qué territorio nombra mi piel para que yo me pierda?

4
Anoche extravié una novela de Sandor Márai en algún bar del centro. Creo que la dejé en una bolsa junto con varios folletos publicitarios que me entregaron en la Feria del Libro. Esta mañana pensé qué ocurrirá con los libros perdidos. ¿En manos de quien terminan, alguien los lee, que hace con ellos quien los encuentra? Todavía más intrigante puede haber sido el destino de esas dos novelas que perdí en Praga hace un año. Dos novelas en español. Dos historias indescifrables, ajenas, para quien las haya aptretado entre sus manos. ¿Dónde habrán ido a parar? ¿cuánto tiempo será necesario para que unos ojos que entiendan español se deslicen por su páginas? ¿o serán libros perdidos para siempre en la extrañeza de una ciudad, de una lengua?
Puede ser hermoso encontrarse un libro en una lengua totalmente extraña. Puede ser dulce pensar que es un mensaje que alguien nos ha enviado sin saberlo, un mensaje que sólo podremos adivinar.
¿Y a quién le habré querido decir qué cosa allá en Praga donde quedaron olvidadas esas dos novelas?

5
Quizás meses sin reaparecer por este cuaderno. Entretanto concluí una novela corta: Tal vez la lluvia. El título de un proyecto anterior que me pareció ideal para una historia que se me ocurrió almorzando con G.
No vine a estas notas porque estaba habitando esa novela, porque vivía en ella. Y ahora que la concluyo vivo en esa especie de escozor que significa cerrar toda historia: concluir: ser expulsado. Cerrar un mundo del que deberás marcharte. ¿No será ese el secreto de los escritores que nunca concluyen un libro? Vivir siempre en la posibilidad, en el fragor de lo que imaginan, sin que nunca puedan ser obligados a estar fuera de ese territorio.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Tal vez la lluvia, bello título para una hermosa novela.
Felicidades por el premio
Valdimir

Anónimo dijo...

Veo que el verdadero premio ha sido escribirla.

Señorita Aramís.

Anónimo dijo...

Año redondo MG. El premio, Barça tricampeón, y el Tenerife a Primera...

P.H.

Ophir Alviárez dijo...

“¿Qué territorio nombra mi piel para que yo me pierda?“

y sí, tal vez la lluvia.

Felicitaciones, saberte ganador es una súper noticia.

Un abrazo.

OA

Anónimo dijo...

Mil gracias, Ophir.
Muchois saludos.

jcmg