CONTRA EL TEDIO

Los demonios de Berlín
Ignacio del Valle
Alfaguara, 2009
|432 p.|20 euros|ISBN:9788420423326|

En días pasados leí una declaración de la veterana Mercedes Salisachs que no se debe pasar por alto: «Una narración tiene que enganchar al lector y mantenerlo en vilo con un relato bien construido. Releo, una y otra vez, hasta que encuentro el ritmo que yo deseo y no me canso de escribir.» Para más de un escritor, o para más de uno que aspire a serlo, esta breve —y en apariencia, superficial— reflexión debería ser el punto de partida de sus propios experimentos con el mundo de la ficción. Parece fácil lo que allí se está expresando, pero puede llevarnos décadas descubrir el ‘truco’ personal de nuestro estilo. Encontrar el ritmo con el que te sientas cómodo, que es la única manera de hacer sentir cómodo al lector, puede llevarnos la vida entera (el arte es una larga paciencia, parafraseo yo). Por eso cuando me topo con novelas como Los demonios de Berlín no sólo agradezco como lector los deliciosos ratos que me hace pasar, sino que me devuelve a la pregunta que atormenta a todos los que queremos crear universos paralelos a éste, tan agitado pero a veces tan aburrido: ¿qué es lo que me ha permitido recorrer cuatrocientas páginas sin huir, qué es «eso» que ha empujado nuestros ojos a través de los párrafos, las frases, los diálogos, incluso cuando sentíamos que se demoraba demasiado para nuestro gusto, o para nuestro estado de ánimo? ¿Qué me ha «mantenido en vilo», como dice Salisachs? Para esta pregunta hay tantas respuestas como lectores; pero siempre queda un resquicio que permanecerá sin contestar. Sobre todo, cuando lees novelas como la que comento.

Aunque aún no me he sumergido de verdad en las novelas que preceden a esta (El tiempo de los emperadores extraños y El arte de matar dragones), no me ha costado hacerme con los personajes y la situación, quizá gracias a la cuidadosa documentación del autor en torno a la época: los últimos quince días antes de la caída de Berlín, en la Segunda Guerra Mundial; los bombardeos incesantes de la artillería rusa sobre la ciudad; la progresiva locura de los jerarcas nazis, comenzando por Hitler; y un español de la División Azul, enamorado quizá inútilmente, y encargado de descubrir al asesino del científico que posee la clave para la obtención de la anhelada bomba atómica con la que vencer a los aliados. Toda una propuesta al estilo del mejor Ken Follet, aquel que construía en El hombre de San Petersburgo desengañados anarquistas en el Londres de 1914. Creo que si debiera definir la lectura de este libro, diría que se lee acurrucado, como si a nuestro alrededor estuvieran cayendo las bombas rusas. Ignacio del Valle lleva la narración con firmeza y evita las digresiones y el artificio: WYSIWYG (what you see, is what you get) parece ser su consigna de escritor y esa quizá es la clave para involucrarse con su lectura. Las vicisitudes de Arturo Andrade, imbricadas en la debacle alemana (la debacle de la vida y del amor, además), me han mantenido atento, a pesar de que en ocasiones me desconectaba de lo que estaba ocurriendo, normal cuando lees caudalosas novelas. ¿Son estas desconexiones los puntos ciegos de la narración? Probablemente; pero no hay texto sin esos puntos ciegos y me parecería sospechoso que no los tuviera. La perfección atildada es mala compañera de la novela. Este género exige fallas de origen, el deterioro que reproduzca la vida real.

Una imagen final le sugiero al lector, que debe ir a comprar esta sabrosa novela ¡ya!: el cadáver del científico sobre la enorme maqueta de Germania, la mega ciudad que Speer soñara para su jefe, y de la que aún se pueden ver vestigios en la capital alemana. Símbolo inequívoco de la pequeñez de las ideas humanas. jcch

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy impresionada, esta reseña es de las mejores que he leído hasta ahora. Hagan caso al ecuánime Juan Carlos Chirinos y compren esta novela si quieren disfrutar de verdad de la fiesta de la literatura.
Fátima

Anónimo dijo...

¿Ah?

Miguel dijo...

Chapeau!!! Excelente reseña sobre este fantástico libro. ¿Qué más se puede añadir? Una de las mejores novedades estivales. Placer de lectura en estado puro ;-)