Juan Carlos Chirinos
Tres compartían el viejo faro del pueblo. Nadie les hablaba; “esa gente no es amigable; huye de la sonrisa de los demás”, explicaban. A veces parecía que habían muerto: tal era el silencio en el faro. Otras, creían que se estaban matando. No tanto por los gritos y tozudeces cuanto por el ulular en que se convertían sus voces cuando arribaban a las calles de la plaza del gobernador. Ich verstehe niente nigdy, se escuchaba de noche, por ejemplo, y los muy religiosos se persignaban. Porque dicen que los sordos, para entenderse entre ellos, tienen que hablar la misma lengua.
(Del libro en preparación Los sordos trilingües)
Tres compartían el viejo faro del pueblo. Nadie les hablaba; “esa gente no es amigable; huye de la sonrisa de los demás”, explicaban. A veces parecía que habían muerto: tal era el silencio en el faro. Otras, creían que se estaban matando. No tanto por los gritos y tozudeces cuanto por el ulular en que se convertían sus voces cuando arribaban a las calles de la plaza del gobernador. Ich verstehe niente nigdy, se escuchaba de noche, por ejemplo, y los muy religiosos se persignaban. Porque dicen que los sordos, para entenderse entre ellos, tienen que hablar la misma lengua.
(Del libro en preparación Los sordos trilingües)
5 comentarios:
Ese libro promete, Juan Carlos Chirinos.
Barrilosh
Mostrar un fragmento tan apetitoso y no tener el libro completo es como ver una aceitada en un escaparate y no saber cuando abren la tienda para comprarlas todas.
¡Te mueres de ganas!
Felicidades profe
Los relatos que giran alrededor de un faro desprenden un halo mágico, tienen ese algo especial que los hace perdurar en la memoria. Un microcuento magistral.
A.
MAESTRO QUIERO SEGUIR LEYENDO
Estaremos pendientes de esta obra que, sin duda, brillará en lo más alto. Allí, donde el mar y el cielo se confunden. E. Cambronero
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