ASUNTOS DELICADOS DE LA SELVA

Alberto Barrera Tyszka



Un leopardo homosexual puede sufrir mucho. Si decide pintarse los colmillos con las hojas de un rábano, los cachorros lo miran sospechosamente. Si prueba estirarse como una garza, los mayores se burlan con descaro. Si observa durante horas el cuerpo de un amigo (sus músculos tensos, su cabello, su sexo como aceitunas jóvenes), toda la manada lo desprecia.

Un leopardo homosexual (en general) se mortifica. Está siempre al acecho y (en particular) encuentra amantes debajo de los ríos, abrazos rápidos detrás de las sombras de la madrugada.

De tanto andar en esas guerras, algunos leopardos homsoexuales terminan por creer que ellos son los únicos que sufren.


[De Edición de lujo (1995)]

1 comentario:

Anónimo dijo...

uy qué loco, y qué incorrección política más sabrosa
Barrilosh