RE-PERCUSIÓN

Ernesto Pérez Zúñiga



(texto leído en la Casa de América de Madrid el día 28 de abril de 2010, junto a José Balza)


Terminar Percusión y sentir la necesidad de releer el principio es tan real que resulta tópico escribirlo. Resulta tópica la vida y el resto de los libros se suceden como una ciudad vulgar. Uno permanece fascinado entre las torres de Samarkanda y persiguiendo la espalda de aquel hombre viejo que, después de trazar la narración circular de su vida, ocupa la misma juventud de la que partió pero con el equipaje que ahora trae: sabiduría, dolor, olvido, belleza.

Desde la letra impresa de este libro, Percusión, surge, hacia la mente, el cuerpo de una obra maestra. Después de leerla, un habitante nuevo camina por nuestra psique. Uno puede circular en torno a una escultura de Miguel Ángel, absorto en las musculares curvas; puede permanecer magnetizado por los rasgos solares de los frescos de Giotto; puede poner un centenar de ejemplos de los regalos que los seres humanos han hecho a otros seres humanos: esta novela, Percusión. Al terminar su lectura, tengo una sensación distinta a otros libros, se parece a la primera vez que, en una mañana milagrosamente solitaria, visité la capilla Sixtina.

Las razones son tantas como cada una de sus páginas:

una escritura perfecta, de palabra limpia, audaz, sugerente, musical, esmerada, precisa, poética, profunda, juguetona, ágil en la narración;

una historia que parece contar una vida y se va convirtiendo en la fábula visionaria de nuestra historia, la social y la íntima, una historia que recorre América, Europa y Asia, descifrando el sueño político, el sueño del deseo y de la entrega, la lucidez del olvido, la redención que otorga la belleza, la certeza de la muerte y también la liberación contra la muerte.

Una novela hipnótica, en la que el propio género de novela se ha renovado, o ha nacido de nuevo (digo: “psicológica”, y lo es pero este adjetivo no la abarca; pruebo con otros adjetivos y también con sustantivos: “fantástica”, “realista”, novela de viaje interno y externo; erótica, mística, aventura y conocimiento, y lo es cada vez, y cada vez desafía la clasificación y la taxidermia; como un animal, siempre vivo, que se revuelve en la mesa); novela adánica, extranjera (“El hombre más hermoso es el que viene del lugar más lejano”, así comienza), pero extranjera en apariencia, pues, al mirarla bien, la reconocemos como nuestra, justo la novela que se nos había ido y esperábamos.

Por su trama y pensamiento, por las realidades nuevas que nos presenta en los modos de amar y de mirar el mundo (montañas en la lejanía, abismos en el miedo; abismos en el deseo) Percusión abre, interrogándolos, muy distintos arcones que guarda nuestra mente.

“Contra el dolor, contra la enloquecedora injusticia del amor sólo el inesperado lenguaje de la belleza puede protegerte”.

Es lo que ocurre al leer esta novela: restaura las heridas y las cura mientras la novela no acaba. Las ilumina con su luz y esa misma luz las cauteriza.

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