DOGMA

Nicolás Melini



En Senegal, la única ocasión que me he encontrado allí, mantuve una ardua discusión con un “barbudo”, practicante fundamentalista del Islam, lo cual resulta muy difícil porque, en tres segundos aparece el dogma y ya no hay nada que discutir. Estando en estas, le porfié que la obligación del velo para las mujeres no podía encontrarse en el Corán, que me mostrase dónde decía eso el libro. Me trajo un Corán bilingüe, árabe-francés, y allí estaba: “Di a tus mujeres y a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se ciñan sus velos. Esa es la mejor manera de que sean reconocidas y no sean molestadas”.

La verdad es que me reí mucho, porque enseguida comprendí que el peso de esas palabras se encuentra sobre la idea del “glamur” (la distinción, el ser reconocidas –tal vez el ser reconocidas como buenas musulmanas—, y la preservación de una cierta decencia al no ser “molestadas”). No podía ser de otro modo, por qué alguien iba a vestir una prenda sino para sentirse bien, para ser distinguido dentro de su comunidad, por glamur, o sea. Acto seguido le espeté al amigo barbudo que esa frase del Profeta, en ningún caso, podía ser interpretada como que él tenía el menor derecho a obligar –y mucho menos de malos modos— a ninguna mujer a llevar el pañuelo. “Yo no hago eso”, dijo. “Sí, sí lo haces. Yo te he visto. Ayer mismo, a tu hermana, le reprochaste con desprecio, ofendido, que no se recatase ante mí (no se trataba del velo, exactamente; su hermana, de 14 años, se encontraba en casa, charlando con sus hermanas y con nosotros, tranquila, llevaba abierta la cremallera de su falda y mostraba una porción de su muslo, casi a la altura de su cadera, pero todo ello derivó en que la conminara a que se pusiera bien el velo, que lo tenía sobre la cabeza como si fuese un trapo cualquiera, sin atar). “Eso que dice ahí no significa que debas hostigar a tu hermana, o a tu madre, o a tu mujer, para que lleve el velo”, concluí. “¡Pero es por su bien!”, argumentó, “¡aquí los hombres no respetan a las mujeres que no llevan velo!, ¡les dicen cosas!, ¡se meten con ellas!, ¡a una mujer que lleve velo nunca la violarían!, ¡es por su bien, así las respetan y no las violan!”. “Lo del respeto puede ser, pero lo de las violaciones no me lo creo”. “¡Lo dicen en la televisión, en las noticias!” Como me pareció que por ahí no íbamos a ningún lado, intenté cambiar de tercio. “En cualquier caso, qué pasa si tu hermana o tu mujer se encuentra en una sociedad en la que, para ser respetada, no necesita llevar velo. En algunos países, la idea es que una mujer debe ser respetada porque sí, como persona, y la ampara la ley en igualdad con los hombres. Entonces ahí, en esa sociedad igualitaria, no es necesario que lleven el velo para ser respetadas”. Respuesta: “Lo dice el Corán”. Dogma. Se acabó la conversación.

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