FANTE NO LO HARÍA

Nicolás Melini



Fante no lo haría. “Novelar” esto o lo otro. Novelar una época. Novelar el ascenso de Hitler y la caída de Allende. Qué será eso de novelar. Esa retórica de las presentaciones de las novelas españolas. Novelar. Acaso se trate de un residuo retórico de vendedores y comerciales de libros, que en boca de los autores no hace más que denotar que ellos mismos han pensado, antes incluso de ponerse a escribir la novela, en lo que venderán de ella. La previsión de si lo que van a escribir podrá ser vendido. Un cálculo. Y cuán impropio de verdaderos artistas. Parafraseando mal, con torpeza, el título de un libro de Bukowski: Fante, definitivamente, nunca lo hizo. Ni Fante, ni Salinger, ni Cheever. Calcular el producto y luego pretender que se ha escrito de verdad. Novelar (curiosamente asuntos y épocas que por alguna razón están de moda), que es sólo un modo de expresar que se ha entrado con la maquinaria de la fabulación a “explotar” cualquier cosa (lo que se entiende más en la estructura mental de un productor de Hollywood, con todos los condicionantes económicos que conlleva sacar adelante una superproducción, que en la estructura mental de un escritor de novelas). Con sorna y un estúpido velo marquemos bien las distancias entre unos y otros. Ni Martin Amis, ni Rubem Fonseca, ni Ismael Kadaré. Esto de “novelar” cosas es asunto de autores de gran grupo editorial con premio y de malos contertulios del programa de Sánchez Dragó. Y no hay nada de malo. Es un juego como otro cualquiera. Socialmente estimulante, competitivo, que rinde mucho en determinados aspectos (poco en lo literario, probablemente), y que puede generar situaciones como la de una joven autora de éxito que se presentó con vestido escotado ante su editor: “Hola, yo soy como la Coca-Cola, pero con pelo largo”. Pura literatura, jeje (que diríamos acodados en nuestro ordenador portátil, escribiendo un banal correo electrónico a un amigo de mucha confianza): jejeje… Alguno me objetará que eso es así: “¡Pero tú en qué mundo vives!”. Y la respuesta es bien sencilla: en el mundo de los libros, y los autores, que me gustan. Y que, da la casualidad, no me imagino diciendo a los medios “que han novelado algo”, menos aún lo oportuno. Tal vez porque donde hay escritura se novela todo. Pero todo, todo. Y sin embargo, ¡que no se escandalice nadie, por favor! Lo único requerido es la necesidad de poner cada cosa en su sitio. Y, al fin y al cabo, aquí todo el mundo sabe en qué juego participa. Y por qué.

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