MUSA A LAS 9

Ernesto Pérez Zúñiga



Tengo palabras en esta luz. Están detenidas en este renglón en alguna parte. Son para ti, si estás leyendo. Son para mí, para que sepa.

Deseo llenar esta luz con el nombre de Kafka. Pegar aquí su nombre cien veces, para que la luz y su nombre se confundan, así: Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka Kafka.

La luz desde dentro de las palabras, probablemente blanca, y la luz negra de cada una de sus letras.

Quisiera que, en cada despacho editorial, en cada uno de los bares donde los escritores hablan, negocian, fuera esa la luz que accionan los interruptores.

Y, en casa, por fin sin el desencanto de escuchar y ver tanto hueco, escribir a oscuras otra vez desde el principio.

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1 comentario:

Esther dijo...

Es un texto hermoso.
La primera frase está llena de contundencia. Es completa. y ya cuando aparece Kafka, hay una fogonazo que casi encequece de tanta luz.