DIONISO NUESTRO QUE ESTÁS EN LA TIERRA

Juan Carlos Méndez Guédez

Tiziano, Bacchus and Ariadne, National Art Gallery, Londres


El silencio no existe.
Dice el reloj.
Y se lamenta segundo a segundo.

*

La niña se acercó a mí oído y me contó un secreto; una historia que acababa de inventarse.
Se lo agradecí mucho. Lo que importa es el secreto, no su verdad.

*

Una literatura de la emoción, de lo afectivo, de lo dionisíaco, de lo festivo, con esa doble acepción que tiene toda fiesta: exaltación y derrumbe.
Porque los recursos técnicos, las indagaciones formales, las recuperaciones del experimentalismo que sólo forman parte de un proyecto racional quizás serán útiles para los manuales de literatura, para las ponencias de los congresos, para la apresurada gacetilla de prensa, pero no tocarán el punto que caracteriza la narrativa que me interesa: aquella que estruja, conmueve, transforma; en fin, aquella que despierta el despliegue de las emociones.
Ese despliegue que consigo en los más brillantes autores que tiene ahora la narrativa en español: Fernando Iwasaki; Nicolás Melini; Andrés Neuman; Ernesto Pérez Zúñiga; Juan Gabriel Vásquez; Blanca Riestra; Jorge Eduardo Benavides; Carlos Franz; Doménico Chiappe, Yuri Herrera, Juan Carlos Chirinos, Pedro Badrán, Hipólito G. Navarro y Liliana Lara.

*

Una narrativa realista, pero entendiendo por realismo no la enumeración periodística de lo que podemos contemplar con nuestros ojos, sino la construcción de los muchos territorios discernibles o no discernibles que conforman lo real. Eso incluye lo que se imagina, lo que se supone, lo que se intuye, lo que desentona, lo que desenfoca la cotidianeidad. Un fantasma inesperado, un sueño, una imagen surreal, la esponjosidad de una mirada poética, la transmutación de lo mítico. El chispazo que ilumina, que distorsiona, que transmuta la taza de café con leche que bebe un personaje todos los días con un periódico grasiento entre las manos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

La realidad: lo que se sueña, lo que se intuye, lo que viaja más allá de la ciencia -aunque también la ciencia-; lo sentido, lo conmocionado. El punto de vista del astronauta; el punto de vista del que mira la televisión; el punto de vista del que está ante una cámara que emite su imagen en televisión; el punto de vista de un lobo ante una carretera; el punto de vista de un barco hundido; el punto de vista del bisturí que busca en la herida; el punto de vista de un ratón en una tubería, que aguarda que yo cierre la puerta de mi casa. El punto de vista de una hoja de árbol que percibe calor. El punto de vista de los muertos, el del pasado y el del futuro, que se cruzan. La realidad de cada uno de los seres vivos e inertes. La antirrealidad.

La narrativa contemporánea tiene los instrumentos, después de las experiencias de los siglos pasados, para contarlo todo, utilizando cualquier técnica siempre que lo pida la historia o el narrador.

Hoy podemos escribir sin limitaciones pretéritas. En Internet, el lenguaje se explora con un equipaje imprescindible. Pero, siempre, en la página electrónica o de papel la literatura alberga una capacidad inigualable de comunicación de esa realidad que reúne todas las constelaciones, todos los laberintos subterráneos, cada casa, cada mente, todas las emociones.

Apuesto, con Juan Carlos Méndez Guédez, por esa literatura de Dionisio. Le sumo Neptuno para viajar con ella muy lejos y muy cerca, dentro y fuera, pero, sobre todo, en cada dentro.

Ernesto Pérez Zúñiga

Anónimo dijo...

Dioniso vive en nuestras entrañas: sólo me interesa la literatura que saca al dios de las tripas de los escritores, y por tanto mi lista es muy semejante a la de Juan Carlos como abcd es semejante a bcde, bcde a cdef, y éste a defg.

En la manera de ver el mundo de estos escritores (¡ay, Nietzsche, que vives en la tragedia!) hay lo que como lector me apetece encontrar: sin aspavientos de gallina clueca ("¡he descubierto un nuevo estilo literario, ya sé escribir dándole formitas a la letra, metiéndole música y fórmulas matemáticas a mi párrafo!"), sin posturas de parricida cansado ("yo y solo yo he renovado la literatura del mundo mundial"), sin gremialismos trasnochados: soy adepto sólo de la literatura que emociona y estimula, que conmueve. La literatura del que está atrapado por la sabiduría milenaria de Dioniso, ese persa.

Juan Carlos Chirinos

Anónimo dijo...

La Resistencia: llamémosla también así, frente a todos aquellos que se quieren cargar la literatura por defecto, es decir, por interés, provecho, facilidad, tontería, ceguera, ignorancia, falta de talento, falta de trabajo. La resistencia. Me apunto a ella, como parisino en la Francia ocupada.

Blanca Riestra dijo...

Pues, sí, JC, yo también comulgo con Dionisos. Es una buena bandera para la batalla.
Y más: yo creo que el mundo tiene una voz hecha de muchas voces, entrecruzadas, de muchos lenguajes y realidades y ficciones contrapuestas y muchas cosas dichas y otras calladas, y que la novela tiene la obligación de recogerlas, escribir es tenderle el micrófono al mundo para que hable. Claro, eso no es realismo, es otra cosa...