RETRATO CON VINCENZO CONSOLO

Ernesto Pérez Zúñiga



Consolo come antipsati, la pasta e il pesce. Toma vino tinto en una tasca llena de bullicio. Allí todo el mundo le llama “maestro”, aunque hace tantos años que vive en Milán. Son las calles rotas y vivas de la Vuccería. Es un hombre delgado, bajo, que me recuerda a mi abuelo. Por sus ojos pasan fogonazos serenos de su mente: inteligencia, bondad, perspicacia, una visión del mundo donde palpita un conocimiento directo de la vida y de la muerte, lleno de piedad. En sus labios hay una sonrisa muy suave. Da una sensación de limpieza exacta, y de sabiduría antigua. Ahora está enfadado hablando de las últimas elecciones en Sicilia, en las que ha vuelto a salir elegido un mafioso. Yo estoy sentado a su lado y vigilo alrededor por si algún mafioso nos escucha. Hoy quizá ya no gobierna. Hay muchos otros comensales en la mesa. Pasa el tiempo. Viene un plato, luego otro. Me inclino hacia Consolo y le pregunto sobre los buenos escritores de hoy. Me habla en confianza, para que no le oigan los escritores de hoy que comparten la mesa con nosotros. No escriben sobre la riqueza constante del mundo, donde hay más problemas e intensidad que nunca, me dice: escriben culebrones vacíos, con un estilo vacío. Le pregunto por Pavese. Era demasiado retórico, me dice. Cierro los ojos y miro mi propia obra, preocupado. Los vuelvo a abrir. La gente ha detectado nuestra complicidad y decidimos volver a los otros. Consolo habla y en el aire se respira un nuevo interés: una civilización comprendida, masticada y transformada en un fluir de conceptos que los demás procuramos ir cazando al vuelo; Consolo habla sobre cualquier asunto de la vida o de la sociedad, y el bullicio del restaurante se puebla de un cosmos ordenado aprendido en el fuego del caos. Consolo escribe, aprendo, disfruto esa aridez completa de tesoros, paso una página. Era la misma mano que en la despedida me dio unos cachetes en la mejilla, como hacía mi abuelo, sonriendo antes de decir adiós.


Foto di Cecilia Capuana

1 comentario:

miguel ochoa dijo...

Grandísimo escritor, bella entrevista a uno de los notables narradores sicilianos de nuestra época.